Por Gabriel Palazzo, Martín Rapetti y Joaquín Waldman
La inflación crónica ha afectado a América Latina durante décadas, dando lugar a numerosos intentos de estabilización. En este artículo estudiamos qué factores han contribuido al éxito en bajar la inflación. Desarrollamos una novedosa base de datos con 46 planes de estabilización en 13 países de América Latina entre 1970-2020, a los que clasificamos en tres categorías: fracasos, éxitos transitorios y éxitos perdurables. Utilizando esta distinción, encontramos que: 1) los planes han fallado en estabilizar con mucha frecuencia; 2) los planes con éxito duradero logran estabilizar el tipo de cambio nominal (TCN); 3) el TCN opera como ancla, desacelerándose más rápido que los precios; 4) el TCN es el ancla instrumental que más se ha utilizado; 5) el TCN funciona como ancla de facto aunque no sea el ancla instrumental que se adopta en el plan; 6) la pre-existencia de mercados cambiarios paralelos no ha impedido la estabilización; 7) los planes exitosos parten de situaciones más robustas de la cuenta corriente; 8) los planes exitosos parten de situaciones fiscales más robustas; 9) los planes exitosos están precedidos por ajustes de las cuentas externas y fiscales; 10) los países tienden a corregir precios relativos antes de lanzar un plan; 11) las estabilizaciones perdurables mantienen equilibradas las cuentas fiscales después del lanzamiento del plan; 12) existen elementos fortuitos, ajenos al plan, que contribuyen al éxito o fracaso; 13) la estabilización recupera el crecimiento; 14) la estabilización empeora el resultado de la cuenta corriente; 15) las estabilizaciones transitorias son interrumpidas por saltos cambiarios; y 16) muchas estabilizaciones terminan en crisis cambiarias, financieras y de deuda soberana.
En nuestra interpretación, el TCN cumple un rol clave en los procesos de estabilización, con independencia de que se lo utilice directamente o no como ancla nominal. El mecanismo de estabilización que brinda el TCN opera, mayormente, por dos vías: a través del impacto directo sobre la evolución de los precios transables y a través del impacto indirecto sobre la fijación de salarios y otros precios no-transables, mediante su incidencia en las expectativas inflacionarias de los agentes.
La estabilización del TCN, a su vez, depende críticamente de que los fundamentos macroeconómicos se encuentren en una situación “sana” al momento de estabilizar. Si el déficit fiscal es alto y difícil de financiar, el TCN eventualmente se depreciará y, con este, se incrementará la tasa de inflación. Del mismo modo, si la cuenta corriente muestra un déficit alto y difícil de financiar, eventualmente la economía experimentará un salto cambiario y, con él, una aceleración inflacionaria.
La adopción del TCN como ancla nominal depende de las condiciones de la economía al momento de estabilizar. El uso de un ancla cambiaria es menos frecuente cuando la economía tiene pocas reservas internacionales y presenta desequilibrios externos. Por otra parte, emplear al TCN directamente como ancla instrumental implica riesgos: tiende a acentuar el proceso de apreciación real que ocurre en toda estabilización. Por eso, en muchos planes de estabilización, los tipos de cambio han quedado retrasados en términos reales y su corrección ha derivado en crisis cambiarias, financieras y de deuda soberana.